Cuando el otoño de mi vida comience a derramar ceniza sobre mis cabellos, y en mis pensamientos las sombras del ayer desplieguen su oscuro manto anegando mi pecho de tristeza y resignación; cuando sienta que el hastío y la soledad, empiezan a florecer en mi corazón vencido, sean estas humildes páginas el cofre de mis recuerdos, cincelado de ensueños y de quimeras, luciendo entre delicados relieves de juventud y amor, incrustaciones de perlas preciosas que en forma de lágrimas –de alegría o de dolor– haya vertido mi alma a medida que uno a uno, secos y mustios, hayan ido cayendo los pétalos de mis ilusiones, deshojados a través del tiempo, por la cruda mano de la realidad.