¡Primavera! Con un sonriente tema de tres compases, la orquesta anuncia la llegada de la tibia estación, y el comienzo de la sinfonía del mismo nombre, de Vivaldi.
Los violines imitan el canto de los pájaros, y ondulantes figuras musicales describen el agua que brota de una fuente.
Sobre el verde suelo y a la sombra de un frondoso abedul bajo el cielo azul, las haditas danzan felices...
¡Todo nuestro bosque se prepara para renacer! Don Búho y su ahijado Paquito, los esperan para compartir la fiesta donde se la homenajeará. Llega cargada de flores y de amor.
¿Y el resto de los ya conocidos animalitos? ¡Aprontándose para filmar la versión de “Caperucita roja”! Mientras tanto, nuevas parejitas se forman entre árboles relucientes de verdor, que saludan a todos moviendo sus ramas plenas de brotes y perfumes.
Pero...¿Por qué, en medio de tanta paz y felicidad pretenderán instalarse la incertidumbre, el desasosiego y el peligro generados por el avance de una industria maderera, que amenazará con talar sin compasión a la naturaleza?
Una vez más, Barberomelo se unirá para afrontar el riesgo inminente ...
Como les recomendé en la Parte I, mientras lean, traten de escuchar al genial compositor veneciano.
¡Que desaparezcan toda preocupación o inconvenientes! Las páginas los aguardan. Si son ellas las que los invitan, no se negarán a iniciar, queridos amigos, la continuación de “Las cuatro estaciones de Don Búho, el Sabio”, ¿verdad?