El asesino la tomó por el cabello y la golpeó varias veces contra el canto del marco de la puerta, hasta que el filoso ángulo se marcó invertido en lo que había sido una linda cara.
El investigador es un abogado penalista que trata de ayudar a un joven amigo que se ha visto imprevistamente involucrado en ese hecho. El muchacho había tenido un amorío ya terminado con la mujer asesinada, y se enteró de su muerte por la televisión. Días después la ve en un bar, sola, mirando hacia la calle. No tiene la menor duda de que es ella. Desconcertado, espera que salga y la sigue. Ella entra en el hotel Hyspania, el mismo lugar donde la mataron. El joven vacila, no sabe qué hacer. Finalmente, comete la imprudencia de entrar en el hotel y preguntar por ella. El conserje, sorprendido, le dice que espere y llama a la Policía. Lo arrestan.
El autor ha respetado todas las reglas de la novela policial clásica: no engaña nunca al lector ni le oculta ninguna información que conozca el investigador, pero tampoco le facilita la tarea para resolver el problema.