En un registro amplio donde la subjetividad poética es determinada y a la vez determinante de su tiempo,es que sucede este dúo de voces que se entrelazan en un canto de “Amor y furia”, reflejando las ondulaciones centelleantes de lo presente y ese “El Otro infierno” que sucede de manera cáustica en el relato de lo cotidiano.
Así la rispidez histórica.
Así la aséptica tortura de los tiempos.
Tiempos donde se diagraman las guerras desde inmaculados ordenadores.
La nueva Babilonia de los imperios presentes.
De este modo, tanto la voz de Humberto Napoleón Varela Robalino (Ecuador) el primero en tonalidad abierta y selvática, como la de Marta Oliveri (Argentina) desde un sitio cercano a lo mítico y a lo onírico; en ambos casos, queda habilitada la rebeldía del poeta, que eleva su voz por sobre las miserias de su tiempo, inaugurando desde la palabra, una hermandad que fluye como un río.
Río que atraviesa fronteras y paisajes, de centroamérica, al sur, llevando la ofrenda de la poesía como un “Arma cargada de futuro”.