Un breve cuentito de campo
   
    Había una vez un señor que vivía en la ciudad y que tenía mucho dinero. Un día llevó a su hijo al campo para que pudiera ver allí la pobreza y las necesidades de la gente. 
    Pasaron un día y una noche en la chacra de una familia campesina. De regreso a la ciudad el padre le pidió al chico que le comentara sus impresiones sobre el sacrificio y las privaciones que implicaban la vida de campo.
    –Y, papá –respondió el nene– nosotros tenemos un perrito en casa. Ellos tienen cuatro.
    –Nosotros tenemos una piscina entre las paredes del patio. Ellos tienen un arroyo interminable.
    –Nosotros respiramos aire acondicionado. Ellos respiran un aire tan transparente que se puede ver la lejanía.
    –Nosotros tenemos un farol importado afuera. Ellos tienen todas las estrellas.
    –Nuestro patio llega hasta lo del vecino. Ellos tienen todo el horizonte como patio.
    –Además, papa… los vi conversar entre ellos. Mamá y vos no lo pueden hacer porque trabajan todo el día.
    El padre se había quedado mudo. Terminó escuchando la vocecita del niño que le decía:
    –Gracias Papá. Gracias por enseñarme a comprender lo ricos que podríamos llegar a ser nosotros.