A partir de la discusión actual sobre el mantenimiento de la Iglesia por el Estado el autor desarrolla dos grandes líneas temáticas.
De un lado muestra que el Estado argentino es más bien deudor de la Iglesia, y que sus actuales gobiernos lo que inconstitucionalmente sostienen es la Religión del Ateísmo anticatólico (prólogo).
Luego, en los cinco capítulos, hace un esclarecimiento doctrinal político del asunto, planteando las bases de la relación Iglesia-Estado, enseñándonos que Laicismo no significa neutralidad sino una Religión Atea, y sostiene que para la felicidad de los argentinos es necesaria la unión moral que el Derecho establece.