“… Lo fundamental de la democracia es la naturaleza humana, su dignidad e igualdad, en la libertad, lo que se termina traduciendo en elecciones libres, en instituciones que limitan el poder de quién fuera, en procedimientos que se afianzan en la búsqueda de lo bueno y sobre todo en la limitación del poderoso.
En la tecnocracia, en cambio, sólo podrán hacer uso de la palabra los especialistas y quizá ideólogos expertos en conducir procesos, tecnócratas de la imagen.
Si ello es así, simplemente insistir con la democracia no es más que una ficción para dejar tranquila nuestra conciencia y a las masas, para que crean que eligen, que “hacen política”, que construyen libremente su porvenir. Mentiras piadosas que nos ayudan a seguir participando en un juego, que es sólo un espectáculo para mantener ocupados a los más críticos y molestos.
¿Es hora que calle el pueblo? ¿O es hora de que hable?...”