Cuando se escribe, creo que inconscientemente también se hace para no olvidar,
para tener siempre presente lo que se ha vivido y lo que se ha sufrido.
Un artilugio, para dejar una marca en el camino, por si alguna vez por error,
uno vuelve a pasar otra vez por ahí...
Alguna vez rompí el mundo que habitaba, y me alejé de la vida que tenía.
Y aunque todo se asemejaba al caos, al derrumbe y a la disolución,
en esa desintegración se filtró una luz, al tiempo que se fueron depositando en el andar,
las cenizas de este “fin de carnaval”.