Se trata de la historia personal de Guillermo Konstantín, un ingeniero que circunstancialmente tiene que permanecer en Baltimore (EEUU) por un año, atendiendo a una exigencia laboral: hacer un curso de capacitación, y cuyo punto de vista sobre la vida es existencial, es decir, no cree en nada de lo que no pueda ver con sus ojos.
Los azares de la vida lo llevan por un camino donde debido a una afección; stress, ataques de pánico y claustrofobia, comienza a vivir una experiencia iniciática que no hubiera elegido por voluntad propia.
Él no sabe que está viviendo sobre un “cementerio”; los esclavos sepultados vivos en cercanías del puerto de Baltimore, lugar donde llegaban los galeones para venderlos en subastas públicas. Como el personaje, muy a su pesar, desconoce que tiene percepción e intuición, capta esas vibraciones de sufrimiento que terminan enfermándolo, pero gracias a que conoce a Panchita en el Club de Argentinos, una cubana vidente que le da la primera pauta de lo que le está pasando, para luego encontrarse, no por casualidad, con Jerónimo, un hombre de “conocimiento”, un anciano Cherokee, que lo llevará de la mano al mundo chamánico y le mostrará la otra cara de la realidad.
El protagonista, incrédulo de esos mundos sutiles, debido a su malestar, recibirá y aceptará lo que Jerónimo le muestra: la existencia de una realidad paralela en la cual se ha de sumergir para quedar voluntariamente atrapado y terminar convirtiéndose en lo que él negaba desde su materialismo conceptual.
No es el planteo de Carlos Castaneda, aunque el lenguaje y los conceptos sean similares dentro de la cosmología de los pueblos originarios, sino que llevará al lector a otra visión del mundo cotidiano. Al del ciudadano corriente, donde no es necesario vivir en el desierto para recoger sorprendentes experiencias:
Reafirma la teoría de los grandes pensadores del siglo pasado. Es decir; el ser humano es un ser mágico y la Tierra es un Planeta Escuela, donde pueden ocurrir cosas sobrenaturales: El Mundo de los Chamanes Urbanos.