Roberto Fernández Labriola, presenta en esta pieza teatral uno de los conflictos vinculares más difíciles de resolver: El derivado de las posiciones ideológicas enfrentadas. Dos personas que se encuentran unidas por la pasión, atravesadas por la angustia, y cuyo destino final –en esa ficción que es “Ámbar y Azabache”–, puede ser la muerte o a la libertad, el Paraíso o el Infierno, desde luego, según sea la pertenencia ideológica de quien coloque los calificativos. 
Todo puede ser distinto por el sólo hecho de estar de éste o del otro lado del cerco. ¿Será hoy así, como allá en los tiempos del Muro de Berlín y La Guerra Fría? Todo indica que sí. Ámbar o Azabache, Blanco o Negro, Felicidad-Amor-Vida o Soledad-Desesperación-Muerte, son alternativas válidas para un final existencial contemporáneo.  
Es la historia de dos personas que, si bien piensan lo contrario de la sociedad donde germina la vida, agregan una situación que los paralizan para llegar a una síntesis de sus posiciones encontradas: La crueldad de los Sistemas, del Capitalismo, del Comunismo, del Partido, de la Democracia, del Estado, del Pueblo, del Neoliberalismo, del Imperio.
Esto es lo más impotentizante de esta historia humana. Y es lo que genera el clima del drama. Los Servicios de Inteligencia y Control Social plantean cotidianamente la duda cruel: ¿Es mi amigo, el amigo que creo que es? o ¿la mentira es una forma de realidad? o ¿Quién tiene el visto bueno de los servicios y la inteligencia, en el dilema ético del siglo? ¿Quién…? el Partido, el Hombre, la Sociedad, los Medios…
¿”A quién le creo” en esta coyuntura histórica? Los medios de comunicación –plagados de fake news–, supuestamente ideados para informar, se pueden convertir en una siniestra máquina de desinformación, sobreinformación, información sesgada o, simplemente mentiras. 
Mentiras disfrazadas de verdad; mentiras que terminan siendo más atractivas que la propia verdad: la posverdad… Patrañas de los poderosos. 
¿Qué herramientas tiene la pareja de la ficción para hallar el camino que lo conducirá a la felicidad y la paz…? ¿Será que siempre estará presente la hipocresía y la mentira… el tormento, la falsa calma, la falla moral, el esperpento ético del mundo contemporáneo? Esta pieza teatral, coloca al autor en una envidiada lista, integrada por los mejores dramaturgos contemporáneos del país; importante distinción que Fernández Labriola recibió por su pieza Estado de Gracia, por FINTECO, SADE, Asociación Argentina de Actores, Instituto Nacional del Teatro, Teatro Abierto, Ciclo Evocando al Picadero, Área de Cultura de GEBA (Hugo Grau – Miguel Ángel Materazzi), 2007; ese listado incorpora figuras de la estatura de una Griselda Gambaro, Tito Cossa (con los que compartió cartel), y tantos otros dramaturgos que dejan una huella en el espectador.