La vida nos pone a prueba cada tanto. A Santi lo sorprendió la muerte de su madre, su ser más querido, a temprana edad, en plena juventud, cuando uno termina de forjar la personalidad y el propio camino. Esa partida dejó una cicatriz que nunca cerraría, pero que había que sanar.
Con todo el dolor en el alma, el Flaco decidió emprender la aventura de su vida, una cabalgata en solitario desde Balcarce a sus pagos sureros, el Bariloche de su infancia o el San Martín de los Andes de su juventud. Qué importaba el destino, si en realidad era un viaje al interior del ser humano.
Y así fue como se puso en camino. Una cabalgata al tranco, ni tan despacio como al paso ni tan rápido como al galope, para así llegar más lejos. Un viaje lleno de lecciones y aprendizajes para la vida, propios de un profundo observador de la realidad humana.
Ya pasaron 25 años, pero el autor lo recuerda y nos lo cuenta como si fuera ayer. Dejémonos llevar por su relato, donde podemos vivenciar “al niño que quedó en el camino y el hombre que surgió de esta experiencia”.

Luis M. Firpo