Cornelio Cornejín (Buenos Aires, 1968) ha insistido hasta la porfía, desde que tiene uso de razón, en la tarea de libar durante buena parte de sus horas de conciencia en las fértiles y floridas parcelas de las tres grandes bibliotecas porteñas (la Nacional, la del Congreso y la de Filosofía y Letras de la UBA), y por tanto se le hizo imposible recolectar los méritos necesarios como para granjearse un currículum.