Esta obra trata de una frustración mayúscula. El fracaso de la instauración del sujeto histórico en la Argentina, juzgando que tal imposible fue reiteración del fracaso que en el mismo sentido se observó en la España y en la Italia del siglo XIX. Sin embargo, la crisis del sujeto en América no es sino otra versión de la crisis del sujeto “occidental”, que es lo mismo que decir, del sujeto “europeo”. Y en esta dirección, el texto descubre que esa frustración contiene para “los argentinos” varias posibilidades de respuesta. La menos compleja comienza con una reconstrucción; la potencialidad de consumar, el una y otra vez fallido viaje “homérico” del inmigrante europeo del “sur” y sus descendientes que habitan América, donde la realidad de la crisis de la subjetividad colectiva y personal plantea la necesidad de “volver” (simbólica y prácticamente) a la tierra de “los orígenes”. Ese retorno permitirá “clausurar”, con las “ofrendas americanas” de la naturaleza prolífica, el Dios personal en su versión existencial y la aceptación de “el otro”, la herida de la comunidad pendiente en Europa, y sólo después proyectar una continuidad vertebradora que conceda a ese inmigrante “renacido”, “rescatar” la parte europea de su historia y hacer posible la extensión a tierras americanas del tiempo y las formas recuperadas, aportando un “prólogo” decisivo para fundar la “comunidad de destino”, aun pendiente en los “lugares americanos del sur”.Esta aspiración no podría dejar de tratar la posición del aborigen americano y de su historia en la vigencia de esa frustración, y de mostrar cómo su “resignación” es la última forma de afirmar los restos de una pertenencia colapsada por la irrupción y el dominio del egotismo europeo. Esa resignación parece resultarle necesaria al aborigen americano para contrariar y neutralizar la trampa del “reivindicacionismo antropologista” y mantener la distancia prudente que lo proteja de la postrera y más sutil forma de victimización representada por la imposición del paradigma del bienestar (también “europeo”).Y por último, la obra trata asimismo la cuestion de los criollos, el tercero de los “seres intermedios” de un mundo exuberante y babélico, donde persisten irresueltos o frustrados los procesos fundacionales de convergencia e integración, sin disposición de las pertenencias colectivas que los hacen posibles.Todos los temas tratados, vinculados a las relaciones entre unos y otros de esos seres “intermedios” (comprendidas las relaciones entre sus “antepasados” debidamente “terminados” o “nunca realizados” según los paradigmas antropológicos filoeuropeos oportunamente dominantes), constituyen un intento por plantear y resolver los problemas del conocimiento, las cuestiones del poder, la entidad de los instrumentos que el “occidental” fue capaz de concebir (y de utilizar), sin olvidar las exageraciones inhumanas de los procesos fuera de control de las nuevas formas del capitalismo y de la tecnocracia globalizadora, que permiten presentar la crisis de la denominada “civilización occidental” y los interrogantes sobre un futuro cuya entidad y alcance no parecen corresponderse con los mejores antecedentes y valores de esa civilización. Y ello porque la crisis contemporánea puede asumirse desde la dimensión de la subjetividad, en tanto recorrido intelectivo que explicita el proceso de desvanecimiento de los sujetos (colectivos o individuales), o abordarse según el espacio de la objetividad, al revelarse mentada a través del colapso de las culturas y el “fin de una civilización”.