Para escribir esto carezco de imparcialidad. De hecho, yo ya pude leer los cuentos que escribe mi amigo y me quitan objetividad. Estos cuentos, los va a dejar anémicos de presente y futuro. Los detalles que maniobran crean un zeitgeist impecable. En algún asalto, nunca me animé a pedirle a aquella niña que bailara “el lento” conmigo. Santiago nunca dudó. Años después, con su misma insolencia inocente, asalta los 90s, abriendo y cerrando puertas para siempre.
Si bien tengo la responsabilidad de despertar en tí las ganas de leer este libro, te advierto que no encontrarás aquí a Borges, tampoco a Santiago Butler. Encontrarás tu propia voz, te imaginarás protagonizando cada uno de sus cuentos. En estas hojas te recordarás, limpiarás y reconstruirás las taperas de tus ayeres, antes de abandonarlas por última vez. Y convertir tus propios recuerdos en algo más lindo y nostálgico que la dura realidad de aquel momento.
Todos tenemos una abuela rica, un desamor, un llanto, un miedo y un dolor de cuando éramos niños. También, tal vez como en su cuento de carrera de estafador frustrado, Santiago hoy haya conseguido estafarnos el presente por un pasado más simple, sencillo, limpio y humano. Sus personajes, tanto como los eventos que comparte son arquetipos de un viento lindo de niñez y magia.
Mi amigo escribe para todos. Sin lentes, sacos ni corbata, mucho menos escritorio. Tal vez, luego de reanimar lo que cuenta en este libro, entres en razón que, noble e insolente, informal y libre, no escribió para ti, sino por ti.
Juan Oscar Turon.