Comienza con la historia de una familia de los inmigrantes que descendieron de los barcos en el puerto de Buenos Aires, muy pobres de riquezas materiales pero inmensamente ricos de corazón. Con trabajo y sacrificios todos ellos sembraron una tierra que abrió sus brazos para recibir a los hombres de buena voluntad del mundo entero. Desde entonces todos fuimos argentinos y con el paso de los años maduró la semilla que arraigó con fuerza durante la construcción de la Nación Argentina.Esos primeros capítulos están dirigidos a reconocer el valor fundacional de los sembradores. En los capítulos siguientes la narración es la de un médico argentino descendiente de aquellos inmigrantes, recordando episodios de Salud Pública representativos de la vida de los que creen que, en la promoción y el cuidado de la salud lo que es posible para algunos debería serlo para todos.A través de los hechos narrados, los recuerdos parecen querer decirnos que no existen apremios financieros, ni obstrucciones del poder, ni querellas cotidianas que tengan suficiente fuerza para impedirnos continuar transmitiendo la riqueza del legado recibido, con el fin de que todos los hombres tengan en el futuro una mejor forma de vivir y una vida más feliz.Sin embargo, las buenas intenciones no han sido siempre suficientes y si los buenos deseos anunciados por los gobiernos hubiesen garantizado por sí mismo el bienestar de las personas estaríamos reconociendo el valor sin igual de la justicia. Pero, aunque las buenas acciones no siempre hayan sido acompañadas por la suerte de millones de seres humanos que continúan sufriendo víctimas de la pobreza, la ignorancia y la enfermedad, la intención de recordar la vida de aquellos dedicados a cuidar la salud de los demás tiende a que la preservación de ejemplos de los esfuerzos realizados puedan servir para alentar la responsabilidad de una generación para con las siguientes, tal como se decía durante la docencia en la Cátedra de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.