El día 15 de julio del año 2011, dos turistas francesas ingresan al circuito de la Quebrada de San Lorenzo, cerca de la ciudad de Salta, en el norte de Argentina. Durante 14 días no se supo más de ellas, nadie preguntó, nadie denunció. Fueron encontradas el día 29 en el Mirador de la Quebrada, a unos metros del sendero donde todo transcurría con desesperante normalidad. Deformadas a golpes y machetazos, desgarradas sus ropas y mucosas, ahí estaban boca abajo, esperando, esperando… No pudieron entender sus destinos, ni los lugareños o turistas que pasaban todos los días sin advertir su esquiva descomposición, ni los animales que ni siquiera mordieron los cuerpos tirados a la intemperie, ni el mismo pasto situado por debajo supo virar al amarillo, tampoco los cadáveres seguían su algoritmo natural, como si el tiempo se hubiera “congelado” para ellas. En esas dos semanas radica el misterio. Eran estudiantes de la Sorbona, de familias con alta consideración en Francia. El Presidente francés Sarkozy llamaba con insistencia a la Presidente argentina Fernández de Kirchner, y al poco tiempo, el Gobernador de Salta Juan M. Urtubey informa al mundo que el caso ya estaba resuelto, con los tres culpables aprehendidos. Sin embargo, la ecuación no era tan simple, y cualquiera que se salga de este sistema cerrado, como el comisario que se suicidó en contra de su voluntad, o un testigo clave muerto justo antes del juicio, correrá peligro. Para las correcciones de este resultado oficial, con los datos que aparecieron día a día durante el juicio, fue necesaria la aplicación de un método cuántico y del racionalismo francés, pero por el Teorema de Godel resultaba imposible completar la verdad sin entrar en incoherencias. Como último recurso, tuve que operar por fuera del sistema cerrado de Salta y tomar datos no oficiales, de oficiales, valga la paradoja. A los franceses solo les importa la Verité, ¡la Verdad! ¡Viva o Muerta!