Nadie se anota en la agenda: el día que me digan que tengo cáncer voy a reaccionar de tal manera… Bueno, yo no fui la excepción. No lo tenía agendado y tuve que improvisar.La noche que volví del médico con el diagnóstico de cáncer acosté a mis hijas en sus camas, le di un beso a mi marido que comenzaba a dormirse y me senté conmigo misma a pensar. En mis pensamientos repasaba una y otra vez la voz del médico hablando de un tumor dentro mío. De un cáncer en mi cuerpo que aún no sabía cuál era. Estaba perdida, aturdida, confundida, atónita, paralizada. No podía encontrar la emoción que sentía. Me sentía anestesiada. Lejos de mi propio cuerpo. Esta información era muy fuerte de digerir. Pero sabía que me convenía involucrarme. No hacerme la desentendida. Este cáncer está en mí. Este cáncer tiene que ver conmigo. Quería entender pero estaba muy confundida. Me preparé un mate caliente, me senté en la mesa de la cocina, prendí mi notebook y sin darme cuenta de la decisión que había tomado, comencé a escribir. Mis manos iban más rápido que mis pensamientos. Como una catarata de emociones. Y me pasaba horas e incluso noches enteras escribiendo. Y no dejé de hacerlo nunca. Hasta el día en que mi médico me llamó. Así surgió este escrito. A modo de salvavidas para mí. De catarsis. De orden entre tanto caos. He vivido y he visto tanto dolor en los cuerpos y en las almas. Esta es mi historia. Este es mi regalo a quienes están transitando un proceso de quimioterapia. A ver si algo de ese dolor que sienten, se vuelve oportunidad para enriquecerte.Si la vida te plantea un cambio de rumbo en lo que tenías planeado y te quedas quejándote de lo horrible que es tu presente, puedes perderte de lo especial y maravilloso de este nuevo lugar al que has llegado. No te prives de darte la chance de enriquecerte de cada situación. Inclusive y sobre todo de aquellas a las que, por ignorancia, suelen llamar trágicas. Nunca te olvides, que esto también pasará.