Memorias de arreos nos invita a revalorizar la transhumancia, esa tradicional y notoria actividad de los hombres del norte neuquino. Nos invita a hacer “un viaje retrospectivo” de un modo de vida particular que ha marcado la larga historia de la región. Desde los tiempos de los pehuenche que lidiaron con los españoles y luego con los criollos, esta práctica ha pasado de generación en generación y sigue siendo esencial en el presente.El autor hace un aporte muy interesante. Pone énfasis en el relato de los protagonistas, recurriendo a entrevistas personales para contar “desde adentro” la vida cotidiana de tantos crianceros y puesteros que realizan esmerados esfuerzos en tiempos de veranada e invernada. Las voces de los lugareños viviendo en el ajetreado mundo de los arreos abren un abanico de experiencias con valor histórico y proporcionan un sesgo de añoranza. Tal vez muchos descubran que esta actividad no solo incluye a los hombres ya que las mujeres y todo el entorno familiar se liga directamente a este quehacer, tal como puede constatarse. Desde este punto de vista, la obra contribuye al valioso rescate de la memoria colectiva. A su vez, una excelente descripción del paisaje andino-cordillerano y de los recursos de la región permite al lector visualizar la intensa conexión del hombre con la naturaleza y advertir la relevancia que tiene la práctica transhumante como legado cultural y como organización socio- económica en la actualidad. El tono ameno y reflexivo y por momentos críticos que imprime el autor a lo largo de la obra, pone en relieve un profundo sentir de pertenencia e identidad.Lic. Carla ManaraDocente e Investigadora del Dpto. de Historia, Facultad de Humanidades.Universidad Nacional del Comahue