El lapso comprendido entre las batallas de Caseros y Pavón es aquel en que habría de cambiar en forma dramática el rumbo histórico de la Argentina. En ese período el país federal iría perdiendo posiciones día a día hasta terminar siendo sepultado en los tiempos inmediatamente siguientes a la batalla de Pavón. Hasta entonces, dos fuerzas habían luchado por imponerse con variada suerte de unos y de otros: el federalismo por un lado y la tendencia unitaria por el otro lado.Ninguno de esos dos partidos representaban solamente una idea distinta de organizar institucionalmente el país. En realidad eran dos culturas, dos formas de ver el mundo en general y la realidad hispanoamericana en particular. Como un telón de fondo, los intereses materiales de ambas tendencias eran divergentes. Fue aquella una contradicción esencial que se mantuvo viva y actuante desde los orígenes de la nacionalidad y que explica la ausencia de alguna simbiosis que pudiera asimilarlas y confundirlas en un proyecto común. El enfrentamiento fue el signo de las relaciones que tuvieran por protagonistas a ambos lados de la realidad argentina en formación.En el fondo de las cosas, ni el federalismo ni los unitarios lucharon por distintas ideas acerca de la desconcentración del poder nacional o por su unidad; no fue aquella una brega ideológica o doctrinaria. No era el afán de la organización nacional el que desvelaba a los contendientes sino lo que entendían por organización y para que la querían. En fin, un conjunto de artículos e incisos más o menos ordenados en un texto constitucional no era el problema sino la realidad que en todas partes se mostraba en los términos de realidades distintas.En esta obra se trata de dar cuenta de las razones profundas de aquella lucha y de las consecuencias, aún hoy palpables, de su desenlace.