Hablamos de represas hidroeléctricas pero no lo hacemos desde la mirada profesional de un ingeniero, sino desde una perspectiva geopolítica, sociológica, ambiental y humana. Si bien comenzamos definiendo los conceptos que habremos de manejar, pronto entramos de lleno en uno de los temas fundamentales del libro, como es el referido al impacto ambiental y humano de aquellas grandes obras, sin desconocer, por supuesto, las ventajas de la energía hidráulica, en cuanto generadora de desarrollo, riqueza y puestos de trabajo. Claro que junto a aquellos beneficios, provocan a veces severos daños ambientales. Después ponemos el acento sobre ciertas singularidades que caracterizan a algunos de estos mega emprendimientos, tales como la más moderna y de tecnología más avanzada, que endica y controla las violentas crecidas del río Yangtse, en China. Una extraordinaria obra ingenieril, con un ascensor para barcos que permite superar su murallón de casi 200 metros en menos de 40 minutos, siendo la mayor presa del mundo. Otra gran obra cuyo propósito fue el de regular las míticas aguas del río Nilo, construida por los egipcios con la ayuda de la URSS. La presa de Asuán, en el Alto Egipto aportó beneficios y perjuicios por igual pero acá lo que nos interesa destacar, es el gran salvataje de las joyas arqueológicas de Abu Simbel, los famosos templos excavados en la roca, del faraón Ramses II, que podían ser cubierto por las aguas. Tanto la obra original como su rescate fue una obra faraónica. Itaipú durante muchos años constituyó la represa más grande del mundo. El emprendimiento binacional brasileño-paraguayo, obedece a un claro objetivo geopolítico, pergeñado por la cancillería de Brasil. Itamarati, con el objeto de cortar la navegación por el río Paraná y torcer la dirección natural de la Cuenca del Plata, para dirigir la producción del corazón del subcontinente hacia sus puertos del Atlántico, evitando que lo hagan por el Río de la Plata. Para asegurar su estrategia construyó, además de la enorme represa, rutas, ferrocarriles y el puerto de aguas profundas de Río Grande. Esta represa y la de Tres Gargantas, vale decir las mayores del mundo, se caracterizan a su vez por ser las que han causado mayor daño ambiental y humano. Finalmente, sobre el mismo río Paraná, se yergue otra gran obra de carácter binacional, la de Yacireta Apipé, entre la Argentina y Paraguay. Cuya característica esencial, fue definida por el presidente Menem como el “Monumento a la corrupción”. Como argentinos nos duele este estigma y suponemos que nuestros hermanos paraguayos, compartirán este sentimiento.