Es incierta la trama elíptica de las palabras enlazadas en un poema.Cada línea pareciese ser un trozode tu vida o de la mía.Un consuelo irresoluto ante la realidadque insiste en desangrar esas palabras.Hay aquí un cuenco vacío que seasemeja a la desnudez propia del derroterode la poesía por disímiles vertientes.No existe, tal vez, una lógica evidente, sólo un hilo (tácito umbral) que guía al lector por un sendero de arena y sal que conduce, inevitablemente, al encuentro -ineludible- con el barquero.