En realidad, el conejillo cobayo unicolor café, había nacido en una apacible y adecuada chacra de la provincia de Buenos Aires; igual que sus dos hermanos. Sin embargo, esta normal circunstancias de la vida, nunca jamás les había sido revelada; ni siquiera, por ese matrimonio de médicos veterinarios que los hubieran trasladado enseguida hacia una clínica que los profesionales tuvieran en la gran ciudad. Allí, precisamente, había comenzado otra verdadera historia para ellos.