Desde el silencio inicial que precede a la original expresión del título, que cada lector podrá “completar”, reponiendo la proposición callada y otorgándole a la oración un significado acorde a su propia percepción, convirtiéndose –de este modo– en el autor del “título completo”, esta novela del entrerriano Román Rolando Vitas manifiesta una escritura inusual, arriesgada y valiente, que no es sólo muestra de una paciente orfebrería, sino de un profundo respeto por el imprevisible destinatario que, en definitiva, será quien convalide el sentido de la obra.
, incluso el olvido es una novela en primera persona, pero no siempre esa primera persona es la misma. Los fragmentos de historias que conforman “la historia” provienen de distintos desgarramientos, de desprendimientos diferentes, de instantes y mundos irrecuperables y, a la vez, de otros instantes y otros mundos posibles.
, incluso el olvido no es una novela más sobre inmigrantes, o de inmigrantes, y de las peripecias vividas en los barcos; no es una crónica detallada de persecuciones, privaciones, miserias, enfermedades, guerras, aunque todo eso también integra la esencia de cada uno de los personajes que van conformando, a través de sus biografías fragmentadas, una historia a la que, acaso, muchos pertenecemos. Porque de múltiples fragmentos entrecruzados se sostienen nuestras propias biografías. Todos somos un relato de múltiples fragmentos. Algunos borrosos, otros nítidos. A veces los que suelen ser más oscuros se nos presentan diáfanos; y a veces los más límpidos se vuelven intrincados, inaccesibles, como si hubieran dejado de pertenecernos o como si nunca nos hubieran pertenecido…
Estructurada en breves capítulos y con una natural y permanente sensación poética, la conmovedora novela de Vitas nos tienta a integrarnos a la trama y vivir los interrogantes y certezas de sus protagonistas, a resguardar, también, sus silencios, o resignificarlos porque, al fin, como ellos, somos la memoria de lo que somos, incluso el olvido.
Juan Manuel Alfaro