Lo más revolucionario de este relato es ser, precisamente, reaccionario. Pero no en el mero sentido político, sino en el más lato: es una reacción.Frente al abuso de las pantallas, de los bits, de las letras transformadas en caracteres, que han convertido en central al artefacto teclado por sobre la sangrante mano, este relato va contra las esclavitudes y a favor de las más puras manifestaciones de Natura. De la imaginación que la humaniza y de la página que pretende eternizarla en su perentoriedad. Este es un relato antiguo en la hipermodernidad tecno. Un barco, su Capitán y un Rey enloquecido, Eros y libertad. Este relato no acepta el corsé del gorjeo en red. Por eso es libro.Jon Squire. The South Side Inquirer.