Viene este libro, respetado lector, a completar el octavo que adelantáramos en alguna de nuestras reseñas haber realizado. Con todo, hemos de decir que no nos basta con haberlo concluido, puesto que la Historia –pero asimismo tampoco, ni mucho menos, la Economía, tiene, de suyo, una meta precisa, como si dijéramos, exacta, enmarcada para siempre–; carece de límites prefijados, aun cuando sea susceptible de ser objeto de variadas interpretaciones, y aunque las más de las veces tengan éstas un sesgo rayano con los intereses y expectativas de quienes las emiten. Sin perjuicio de que se nos hace imposible discernir que la Historia haya tocado a su fin, o que tengamos que ver en ella su fin, esto es, “El fin de la Historia”, fuera de ello no nos mueve tampoco, ni muchísimo menos, ninguna ideología que pudiese influir –ni directa ni indirectamente– en nuestras disquisiciones, de cualquier índole que ellas pudieran resultar. Aquí sólo referimos acerca de mercancías, de producción y reproducción, de sobreproducción, de saturación y abarrotamiento del mercado, etc. Por otra parte discernimos respecto o acerca de dimes y diretes de economistas y pensadores en relación con el tema que nos ocupa, entre otras cuestiones las que mayor relevancia o compatibilidad parezcan tener con nuestra deposición.EL AUTOR