Cada persona tiene un pasado y éste está profundamente conectado con sus raíces. Esta imagen, tomada en un recreo de Quilmes, un día de verano de 1938, reúne personajes muy cercanos a mí. El tío Aniceto López y su esposa Caridad, tronco fundador de la familia de panaderos de Lanús; la abuela Ramona que vivió hasta su cumpleaños número 98, en la imagen con sus manos cruzadas.
Abajo, las primas Ester Álvarez de Fernández y Elena Álvarez de Monasterio y de pie, sobre la derecha mi padre Manuel Álvarez y mi madre Aurora, que sirve agua de una jarra, mientras en su vientre guarda cuidadosamente la vida de mi hermana Olga, que nacería el 1ero. de abril.
Partió en mayo de 2018 sin ver esta obra terminada, lo cual le hacía mucha ilusión.
A ella se la dedico especialmente, por cuanto amaba a Valentín Alsina y por todo su amor, que me acompañará siempre.