El artista plástico más famoso de la Argentina –ya en sus sesenta–, se enamora de la primera bailarina del Ballet Estable del Teatro Colón.
Su amor y su pasión no son correspondidos. No, por lo menos, como él pretendía. El desenlace pareciera ser de dolor y tragedia.
Nueve años después –ya en libertad– vuelve a exponer su obra en la Galería Palatina y se produce su reencuentro con el amor. Tan visceral y fascinante como el anterior.
Esta vez, se trata de una mujer aún más joven…