Para Juan Jacobo Bajarlía, el hombre pasa por este mundo, lleno de contradicciones y el temor a enfrentarse con la verdad, entonces se hunde en un abismo, donde un torbellino lo expulsa a un universo desconocido, el cual desconcertado en sus decisiones más profundas, lucha por sobrevivir.
Y sorprende al mostrarlo como un guerrero en la galaxia, o como un mutante que se yergue soberbio, o como un viajero sin rumbo, en un movimiento atemporal, sin pasado, presente o futuro, preso de una eternidad, en la cual se sabe mortal; pero reconoce, en determinadas circunstancias, que su salvación está, si acepta sus limitaciones.
“También adhirió al ‘signismo’, corriente que propone que los signos lingüísticos son insuficientes para denotar el entorno contemporáneo, y que deben ser reemplazados por instrumentos mecánicos, a fin de significar la alineación del hombre actual”.