Por circunstancias fortuitas, sin adherir a su ideología, el autor concurre, en 1957, a entrevistar al primer diputado socialista que hubo en América.Se trata del estadista y maestro que, con valentía y esfuerzo logró la aprobación de gran parte de las leyes que conforman el Derecho del Trabajo en nuestro país. Enfrentó con energía a todo un parlamento adverso, sin odios, sin agresiones, ni resentimientos, obteniendo por las razones que enuncia, la reforma del Reglamento del Cuerpo de Legisladores Nacionales y con igual empeño las leyes de Descanso dominical, Jornada laboral de ocho horas, Protección del trabajo de mujeres y niños, Hogares escuelas, Accidentes de trabajo, Contra la explotación sexual, Ley de la silla, y tantas más. También autor de numerosos proyectos que entonces no fueron aprobados: Impuesto a la herencia. Divorcio vincular, Sufragio femenino, Represión del juego y del alcoholismo, Subsidio a los ciegos, Extrañamiento de extranjeros, etc.Todo ello –son sus palabras- “sin que agravio ni rencor manche nunca el espíritu” y respetando “las ideas de quienes no piensan igual, en los cuales deben verse adversarios y no enemigos”.Designado el autor Secretario Privado, permanece a su lado ocho años, desde principios de 1957 hasta fines de abril de 1964. Conoce así la intimidad de quien dedicó su vida a la causa que creía justa.Medio siglo más tarde narra en este libro, con franqueza y sin omisiones, lo que hasta entonces había reservado para sí.Vives Heredia rescata para la historia el pensamiento privado de este hombre, último mosquetero, cuyo único prejuicio fue el de la caballerosidad, unánimemente valorado por su intachable conducta, generosidad y fidelidad con su ideario.Carlos M. García Rotge