“Pasaron 11 minutos de la medianoche. Ya es 25 de diciembre y Papá Noel todavía no llega. Hay varios chiquillos que corren y juegan, sin percatarse de la demora. No se los ve preocupados ni ansiosos como habría estado yo a su edad en esta situación. Decido esperar 5 minutos más sin decir nada. Mientras, recibo un tazón de quien está a mi izquierda. Tomo unos tragos. Está un poco ácido, pero será que no estoy acostumbrado, pienso. Después lo paso hacia mi derecha, para que siga la ronda. 
Los nenes continúan divirtiéndose. Me pregunto qué pasó con Papá Noel. ¿Será que los monos les tiran cocos a los renos cuando les pasan cerca? ¿Será que se habrá perdido? Para él, llegar tendría que ser más fácil que para nosotros. El trineo volador le ahorraría las 6 horas en barco desde el último pueblo alcanzable por tierra. Decido que no voy a ser yo quien acuse tan notable ausencia. Después de todo, los nenes no parecen haberse molestado. Siguen jugando alrededor de nuestra ronda, en la oscuridad sólo salvada por una luna llena, amarilla, gigante, reina única de todo el cielo.
De nuevo me llega el tazón, que ha sido recargado. La chicha de maíz hace picar el paladar, pero pasa por la garganta fácilmente. Tiene consistencia aguada y grumosa. Devuelvo el recipiente y reflexiono en silencio. Quizás Papá Noel definitivamente no venga. Después de todo, estamos en Lagunas, en el Alto Amazonas peruano, a 200 kilómetros de la próxima ciudad mediana, y no somos más que un puñado de personas por acá. El generador comunal está averiado y no hay electricidad en todo el pueblo. También pienso en que estamos a miles de kilómetros de casa. Allá seguro que sí pasa Papá Noel. Y hay luz, fuegos artificiales, regalos. Pero estoy contento de estar acá. Hace 7 meses que estamos viajando, esta noche por suerte tengo un imprescindible mosquitero sobre mi cama y mañana vamos a ir a ver delfines de río. Dejo de pensar y me dispongo a cenar. Están sirviendo el gallo con arroz a la luz de una linterna, y llegaron algunas cervezas para acompañar la chicha, que ya tibia no será tan fácil de pasar.”