Leer a Rubén Maldonado es iniciar un viaje a las profundidades del alma. En una tarde de calor agobiante sus letras resultan ser una suave llovizna, que desciende hábilmente, hasta dar con la piel sedienta y refrescarla. Durante los fríos inviernos, se convierten en el hogar a leña de esa cabaña que los hombres sueñan junto al río y las mujeres imaginamos en algún bosque encantado. Rubén, el hombre, es brisa matutina y sobre todo, arroyo de aguas limpias, tiene el andar pueblerino y una mirada apacible que hace que su compañía resulte un refugio en días de tormenta. Trae un paisaje sureño entre susmanos y una pícara inocencia en la sonrisa. Translúcido y auténtico, Rubén vive en sus letras. Inmerso en sus versos, conviven el niño, el joven y el hombre ensimismado por las muchas formas de belleza que la vida ofrece. Rubén es mirada atenta, visión aguda y corazón frágil. En cada una de sus obras, el autor demuestra ser la conjunción perfecta del yin y el yang, que lo convierte en un escritor hecho y derecho. Es la masculinidad sin machismo, el romanticismo exento de frases trilladas y lugares comunes. Cada cuadro que pinta con su abundante y exquisito vocabulario, encierrala humildad de un buen hombre y la destreza de un gran poeta. Rubén logra que al empedrado le broten flores, a los niños alas y a las mujeres las convierte en hadas. Además, es experto en robar lágrima y sonrisa en un mismo instante. Pero, lo que más se destaca en su poesía, es el perfecto equilibrio de una emotividad tan varonil como sensible, esto eleva al hombre a su estatura perfecta y ubica a la mujer en un lugar privilegiado. ?Versos para murmurar? es una fiesta de palabras no dichas por su boca. Habrá que recurrir a leerlo para descubrir lo expresado desde sus entrañas. El lector entonces se convertirá en el pirata de letras más afortunado y el tesoro que halle saciará su hambre de palabra exacta. En los versos siguientes, Rubén, extiende su mano a través de sus letras... él sabe que todos tenemos algo mudo que precisa expresarse, entonces, ¿Por qué no hacerlo juntos, en un acto sagrado de complicidad literaria entre lector y poeta? ?Al fin todo parece simple. Es dejarse llevar muy mansamente por el mágico delirio de palabras y visiones... Vámonos entonces juntos, en busca de los versos que se esconden en la hondura de la noche, firmaremos con ellos un pacto de amistad y ayuda mutua?