La mujer criolla estaba prohibida al uso de la escritura como al de la lectura y a cualquier ocupación intelectual, artística o investigativa tanto en la civilización de la Reducción o en la civilización Esclavizatoria. Cualquier excepción confirma la regla.
Sor Juana Inés de la Cruz y demás criollas participantes en la gesta pre y pos revolucionaria en Centro y Sud América son ejemplos excepcionales habida cuenta que la educación católica se guiaba por la pontificación del Papa Sixto V, quién ocupó el trono Vaticanal desde 1485 hasta 1490 habiendo justipreciado eminencísticamente: “Canonizaría a la mujer siempre y cuando su marido nunca se hubiera quejado de ella”. La lectura y la escritura de la mujer estaba radicada en los conventos y en la clase alta dominante. La mujer criolla campesina recién se alfabetizó mayoritariamente después de 1850.
Ellas escribían ideogramáticamente en los ponchos, fajas, chúsis, alforjas, caronillas, baitones, guayacas, mandiles y sobrecamas.
Ellas crearon nuestra industria centrosudamericana con su manufactura artesanal.