Con humor y frescura, Eliseo González revisita algunos tópicos centrales del imaginario masculino porteño: la pasión futbolera y el eterno Boca-River, la destreza deportiva, la martingala en el juego de azar, la relación con las mujeres y la fantasía de ser escritor. También hay lugar para las preguntas trascendentes: la relación con el padre y la existencia de Dios. La acción es siempre dinámica y sigue al protagonista absoluto: la primera persona que escribe, relata y recuerda. Aunque hay un maestro que aparece explícita e implícitamente, Roberto Fontanarrosa, la relación de González con la literatura es de una gran libertad y hasta de desparpajo. Un libro que entretiene, divierte y nos mantiene en vilo, con ganas de seguir leyendo.
Patricia Willson