Rafaela una joven atractiva y no convencional pertenece a una familia de pescadores que viven junto al mar en Marín, Pontevedra.  Además de las dificultades económico-sociales que impulsaron la gran corriente inmigratoria en esos años, también conoceremos información no difundida e ignorada acerca de la persecución religiosa padecida en la región, que en gran medida determinó la búsqueda de otros destinos.
Ella diariamente al final de la jornada de trabajo baja a la playa y cumple con el ritual de mirar la línea del horizonte que une el cielo con el mar. Imagina como será la vida en las tierras lejanas del otro lado del océano y sueña  que un día va a poder cruzarlo y hacer su vida allá más allá del horizonte.  Finalmente ese día llega, deja su Galicia natal para emigrar a Buenos Aires en 1912. 
A través de su vida y de las personas con las que se va relacionando nos conectaremos con los millones de historias de los que arribaron a la Argentina en las primeras décadas del siglo veinte, poblando y generando la identidad del país que los recibió.  Visitaremos el Buenos Aires de entonces desde un relato fresco y veraz, la evolución y cambios a través del tiempo que fueron determinando la enorme metrópolis y la particular realidad urbana que conforma la ciudad actual. El impacto de los trascendentes sucesos históricos mundiales y locales que delinearon la realidad nacional. 
Es también una historia familiar de tres generaciones con personajes  entrañables como Blas y otros dentro y fuera del contexto familiar con características diversas. Todos componiendo la trama de lo  vivido a lo largo del tiempo en el contexto del país. El alma y la clave de la historia tal vez reside en la enseñanza que dejó Rafaela al partir de esta vida.
Perteneciendo el autor a la familia protagonista del relato es interesante destacar que él mismo en su historia personal termina experimentando el atreverse a cruzar la línea del horizonte, pero esta vez en un derrotero inverso, dejando Argentina por otro destino.