En la época en que se relata la vida de los protagonistas, el País Vasco está bajo el dominio de España y Francia.
En este libro, trato de relatar la verdadera vida de los vascos de esa época encarnada en un personaje ficticio. De reflejar la realidad de la vida y la forma como actuaron los distintos personajes, pueblos, civiles y militares que tuvieron relación con el protagonista de la obra.
Los vascos son uno de los pueblos más antiguos que se conocen, están en ese lugar desde tiempos inmemoriales y conservan su antiguo idioma.
Es de fundamental importancia no juzgar a los pueblos vascos, ni a los otros pueblos, ni sus acciones, según los valores, pensamientos, circunstancias, visiones, bebidas y enfermedades actuales. Sin embargo, hay valores que siempre permanecen vigentes; entonces, sí podemos juzgar a estas personas cuando transgredieron las normas de esa época. También hay que pensar que cada persona se comporta y actúa en forma distinta de acuerdo con las circunstancias que debe afrontar, sus necesidades, percepciones y lo que siente. Para quienes vivan en los siglos venideros, muchos de nuestros comportamientos diarios, actos, valores, les van a merecer los mismos conceptos.
Esta es una obra de percepción, intuición, pero cualquier similitud con los hechos y personajes de los lugares descriptos es accidental.
Las personas, por comodidad o por intereses creados que quieren que no se estudie la faz económica social de la historia o que se olviden los aspectos sociales, no tienen memoria histórica inmediata ni mediata. Esto es siempre un grave peligro. Significa que se repiten sucesos y experiencias anteriores, sin que nos demos cuenta, muchas veces con funestos resultados. Máxime si al olvido se suma el hecho que se ha borrado o tergiversado parte del pasado. Si el pasado no es reconocido y asumido desde la objetividad y racionalidad y si no es integrado al presente, nunca habrá madurez y equilibrio. Dicha memoria servirá para no cometer los mismos errores.
Asimismo, me he tomado la libertad de castellanizar el idioma original, el vasco, y adecuar el castellano, para que los lectores puedan entender lo hablado y no tengan que utilizar ningún sistema de traducción para interpretarlo.