“¿Tener alas, para qué?
Si sólo quiero quedarme.”
Unas alas llamadas soledad
La historia grande es un sendero dibujado por las banquinas del camino. Allí estamos nosotros, los expulsados, los que perdimos, los que nos fuimos o nos quedamos mirando azorados cómo otros escriben nuestra historia.
Estas poesías ponen voz a los que partimos sólo por subsistir, a los que sufrimos la ajenidad de otras tierras, a los que siempre soñamos con volver porque Argentina es un amor imposible y, sin embargo, un día nos vimos reflejados en los cristales de Ezeiza con hijos y valijas, diciendo adiós a todo lo amado.