¿Qué quisieras hacer que no hayas hecho todavía?, se preguntó Laura una tarde, mientras escuchaba la radio… Responder a esa pregunta la llevó a iniciar una aventura con mochila al hombro –junto a sus hijas– a Italia, y quienes la conocen saben que vendrán otros desafíos.
Recuerdo nítidamente el día en que la conocí… llegó con libros coloridos bajo el brazo, para contarme sobre su pasión por escribir historias que compartía en forma de fotolibros, con sus seres queridos. Tiempo después, la vi zambullirse en la escritura de relatos donde pudo hacer algo más: volver los ojos a momentos clave de su vida, desandar el camino y mirar con delicadeza o cruzar límites, allí donde la imaginación la pudiera llevar.
Así aparecieron los recuerdos, las postales, las revelaciones… desde el homenaje a quienes la precedieron, a las pequeñas alegrías o rescates en medio de lo cotidiano: un tatuaje de anzuelo en el brazo de un hijo; la tristeza de una mujer en un vagón de subte; la ternura de una pareja de ancianos en una villa inglesa; las travesuras de una niña –un espejo de sí misma, tal vez–; el abrazo a una muñeca de porcelana hallada en una antigua caja; los tangos y el calor de la cocina en las horas con su madre, entre otros objetos y escenas de una vida entera.
Las marcas de una vida, sus huellas con historia. Y los viajes…
En estas páginas hay muchos recorridos, momentos en que la mirada se activa y, al volver, la experiencia se transfigura en escritos donde Laura toma distancia y saca brillo a los detalles.
Los afectos ocupan un lugar central y allí está la familia de origen, sus cuatro hijos, sus nietos, los amigos y las mil aventuras con su marido, ese hombre que la acompaña desde hace cincuenta años.
A través de relatos de vida, carreras, ficciones y encuentros imaginarios, la autora explora el paso del tiempo y nos recuerda que no hay edad para renovar pasiones y abrazar proyectos.
Y como si se tratara de un nuevo avistaje, o línea de largada, abre los ojos grandes a lo que pueda venir, a lo que aún queda por hacer…
Y se entusiasma con las nuevas aventuras que escribirá –qué duda cabe– para seguir viendo más allá de lo que los ojos pueden apreciar.

Agustina Rabaini