La vida es el trayecto entre un lugar y otros, el transcurso desde un tiempo a nuevos tiempos; en cada lugar habita una época y cada época vive y muere en su lugar; es el movedizo dinamismo de existir. Es la energía y el aliento en la carrera vital superando sucesos…
De todo lo que nos pasa, el recuerdo suele guardar sólo el título; el tiempo, que pasa y sigue pasando, le quita actualidad y lo convierte en palabras. Palabras, solo palabras que en los cuentos se acumulan y que intentan desde un libro cascotear al olvido…
Los cuentos como criaturas literarias se escriben y se leen no siempre desde el mismo ángulo y se aprecian o desprecian también desde ese criterio de diversidad.
Este es un puñado de relatos que reflejan, a veces, interpretaciones antojadizas de la realidad y otras veces caminan por la zona gris entre el sí y el no, donde toda mixtura es posible. Diría que lo narrado es lo que ocurrió y se me ocurrió en este largo deambular de décadas y de leguas entre Pilo Lil y Las Grutas.
Mencionarlos como “Incontables Cuentos…” quizá anticipe un prejuicio mío y tenga que ver más con la calidad que con la cantidad del producto narrativo.
De estos “manojitos de palabras” varios conocieron la imprenta por haber sido publicados en libros anteriores míos, en diversas antologías o en revistas; algunos son producto de certámenes literarios, otros, antojitos nomás.
El smog de la ciudad asoma en algunos; otros huelen a salmuera y a mar por culpas de Mar del Plata o de Las Grutas y más de uno a pequeños delirios cotidianos, mientras tanto las “contadas cordilleranas” arrastran un lejano y nostálgico sabor a piñones, digüeñes y michai.
Les presento formalmente a los “Cuentos del Teo”, si cualquiera de ellos, por el simple trastoque de una vocal, resultase ser un “cuento del tío”, juro que no ha sido mi intención.
Si los leen, gracias por hacerlo; si no lo hacen, por algo será…
Don Teo
Ruca-Ló Las Grutas