Un Jardín Botánico es hogar y exposición de plantas, pero más importante que eso es la puerta abierta al estudio de la vida vegetal, representada allí por plantas, esas plantas que pueblan nuestras veredas y que a veces pasan desapercibidas para el habitante de la ciudad, olvidando que son activas almacenadoras de energía solar en las horas de luz y fabricantes de alimentos, que son las proveedoras del oxígeno que respira, de la leña con que calienta su casa, de la madera con que arma y adorna su vivienda, del azúcar con que endulza su desayuno, de la harina con que fabrica su pan, de las esencias con que se perfuma, de telas con que se viste, de las semillas y frutas con las que se alimenta, del aceite y aromatizantes con que adorna sus ensaladas, de los durmientes del ferrocarril donde viaja, del combustible de su auto originado en plantas fósiles, de los postes de sus alambrados, del polen y del néctar que liban las abejas para fabricar miel, del papel de diarios y revistas que lee todas las mañanas, y así hasta el infinito.