En esta su primera novela, Luis Gondra cuenta las vicisitudes de un arquitecto y pintor frustrado, en un Buenos Aires de pesadilla. El protagonista, Carlos Gibbon intenta refugiarse de un modo desesperado en la ficción para protegerse de un contexto en el cual las personas están perdiendo la capacidad del entendimiento y lo que es aun peor, se convencen a si mismos de que están construyendo una ciudad con sus instituciones, pero en realidad destruyen. No en vano, Gondra atribuye con singular ironía la profesión de arquitecto a un hombre que se halla viviendo en un ámbito en el cual se derrumban valores morales y materiales. El autor ha sabido matizar este cuadro tétrico con agudo sentido del humor, que no abandona en ningún momento en esta novela, ni siquiera en la segunda parte, más melancólica y trágica que la primera. El Buenos Aires que nos muestra es fantástico, pero difícilmente algún lector podrá considerar extraños o disparatados los hechos que van llenando la narración. Ingenio e imaginación se conjugan en esta obra de la que no están ausentes la ilusión del amor y de la amistad.