Es 1982 y Facundo, con catorce años, vive las tristes secuencias de la Guerra de Malvinas. Hijo de Julio, obrero militante de izquierda “chupado” y desterrado dos años antes, y de Teresa, ex estudiante de Filosofía y Letras, activista de la universidad, queda al cuidado de los abuelos maternos, pro militares. Debatiéndose entre dos influencias tan dispares, pasará la adolescencia y juventud con la idea de haber sido abandonado por el padre, quien tendría una nueva familia en Francia. Abandonados los estudios universitarios, la vida laboral lo introduce en la arena política, donde desarrolla una desmedida ambición de dinero y poder. En su ascenso crecen paralelamente las oportunidades de corromperse con conductas consideradas “normales”. Mientras, a Julio, un honesto trabajador en el exilio, le han hecho creer que la esposa e hijo han sido secuestrados y desaparecidos por la dictadura. Pero en la vida de Facundo se cruzará Nora, su hermanita de crianza a quien odiaba de chico y llegará a amar de grande. Es una joven pediatra con valores muy distintos a los del muchacho, y tiene una hermana menor, Lucila, quien, con la fantasía de ser hija de desaparecidos, comienza una búsqueda de la identidad que arrastrará a todos los personajes a través de un laberinto de intrigas y misterios hacia al descubrimiento de unas verdades inesperadas e inapelables, surgidas de muestras de ADN, confesiones y evidencias ocultas por años. Los caminos de padre e hijo parecen separarse cada vez más. Quizá puedan reencontrarse. Quizá no son quienes creen ser.