Víctor Dante Aloé es un autor dedicado al estudio de cuestiones relevantes del campo histórico, político y social. La aplicación de criterios sistémicos y la ejecución de una distinción entre géneros de conocimiento otorgan un alcance inusual y un sentido original a sus textos. El autor es filósofo, abogado, politólogo, licenciado en relaciones internacionales, historiador y Doctor en Estudios Europeos, formación que le permite efectuar indagaciones donde los diferentes ámbitos del conocimiento interactúan y rescatan una integridad de la experiencia cognitiva diferente a los intentos parciales o repetitivos de maniobras impotentes para dar cuenta de la realidad contemporánea. La presente obra es el cuarto título que completa la serie iniciada con La Agonía de “Occidente” (2003), seguida de El Futuro Imposible (2013), y continuada con Europeos y americanos: conflictos y armonías (2015). La presente obra es la representación de un esfuerzo destinado a explicitar los constitutivos decisivos del proceso que culmina en la contemporaneidad y describir las instancias complejas que definen una etapa de transición entre un “mundo que colapsa” y un “comienzo amenazante” de una etapa donde los seres humanos (y con ellos las culturas y las formas de vida) no parecen tomar conciencia de las pérdidas que los afectan. También esta obra es un ejemplo que intenta reproducir la estrategia de convergencia donde diferentes ámbitos de conocimiento interactúan provocando un efecto singular y distinto a los ensayos amparados por derivas escépticas o desvíos relativistas. El texto persiste por ende actuando a modo de reivindicación de la legitimidad de una reflexión integral y profunda de la realidad, a pesar de la postmodernidad, siendo a la vez el testimonio elocuente de una forma de asumir y alcanzar el conocimiento, demostrando que el hombre tiene posibilidad, en contra de escépticos y relativistas, de resistir los embates de los errores y la confusión. La interacción de los contenidos que remiten (sin confundir ni superponer) a la teología, la filosofía, la ciencia, la semiótica y el derecho resultan eficientes para dar un completo paisaje del “mundo contemporáneo”, advertir sobre los originales procesos disruptivos que lo atraviesan, explicitar las subjetividades heterodoxas que amenazan a las comunidades humanas y definir las posibilidades de resolver los desafíos existenciales provocados por la insectificación social, el consumo estéril y el poder técnico desmesurado.