La situación de ceguera está existencialmente acotada entre un susurro que el lector percibirá íntima y quedamente brotando de niños ciegos que no conoce pero que ciertamente existen, y un grito cuya epifanía estará a cargo del testimonio verdadero de dos personas ciegas que en su adultez lo profieren sin máscaras ni eufemismos.En medio de estas dos instancias aparece el nido simbólico que aloja las representaciones que a lo largo de milenios han mitificado a las personas afectadas de ceguera. También entre esos dos hitos fundantes, el susurro y el grito, se abrirán como en un abanico a un tiempo múltiple y unitario obras literarias que han sabido mostrar mediante la alegoría, la metáfora y la proteica realidad que describen, todos los avatares que han hecho de la ceguera un arquetipo y de los ciegos que la padecen los vicarios de símbolos, de imágenes, de conceptos y de prejuicios que este ensayo intenta develar.