Emigró de su país para tener trabajo, afrontando la tristeza del partir y la complejidad de los desafíos nuevos. En el devenir de la vida conoció a otros migrantes, mujeres y hombres que dejaron el suelo natal forzados por las circunstancias o buscado un futuro mejor, distantes de los afectos y carentes de pertenencia al suelo en que estaban. En cada uno de ellos, como espejo de su mismo ser, encontró el imborrable rastro de la identidad de origen y el silencioso dolor del desarraigo.
Dejó Argentina teniendo una vida hecha y una carrera profesional desarrollada, pero sin posibilidad de trabajo por la crisis socio-económica, allí quedaron hijos y sentimientos.
Su primer destino fue España, sintió la desazón de la actividad informal y supo de los temores de inmigrante hasta tener residencia temporal; con el tiempo llegó la integración social y disfrutó de la normalidad de vida en la tierra de los ancestros. En México vivió en la gran ciudad y en el interior, en zonas de playa y en el desierto, sintió el cariño de un pueblo afectivo e hizo de aquella su tierra adoptiva. El trabajo fue hilo conductor de trama de su existir y el amor una razón de vida.
Descendiente de inmigrantes, jamás hubiese imaginado lo que representa migrar si no hubiese emigrado.
Una desarrollo de vida apasionante, un relato cargado de experiencias y sentimientos, con un emotivo desenlace.