Nunca antes, y tampoco ahora, nos tentamos en realizar trabajos por escrito sin antes haber considerado de antemano el contenido ético que cada uno de los temas sobre los cuales habríamos de extendernos debía sostener. Lo expuesto implica que cualquiera fuera la versión que su autor (o autores, si fueren más los que interviniesen) quisiera explicitar en su obra, debiera esforzarse, en primer término, por salvaguardar, ante todo, la verdad de su exposición. Porque una cosa sería la incursión real o presuntamente errónea que las ideas del autor podrían proponer, inducir y hacer observar a quienes pretenden dilucidar la propuesta encerrada en su exposición, introspección mediante, y otra, desechable cual sospechada, apenas iniciada su lectura, incluso, cual rémora fraudulenta.
La totalidad de los temas que aquí se exponen nunca lo ha sido con la concisión que se desprende del punto referido a asuntos de interés económico-financiero, por dar un ejemplo, pero por sobre todo a la muy precisa y contundente versión histórica correspondiente al género femenino, acerca del cual, en tiempos muy alejados del nuestro, las mujeres aparecían organizadas, o más bien forzadas a serlo por el hombre, como clase.

Eduardo Daniel Olsztajn
Diciembre de 2019