El libro de Raúl Parisi identifica correctamente las principales tendencias que influyen en el cambio del paradigma energético mundial. Por un lado una sustitución intrafósil: el gas natural sustituye carbón y ahora petróleo. El petróleo representaba el 50% de la matriz primaria en 1970, ahora el 30%. El gas natural representa el 25% en la matriz primaria mundial. Wood McKinsey estima que en el 2030 el gas natural superará al carbón mineral como segunda fuente de energía primaria (el gas natural emite 1/5 del CO2 que emite el carbón mineral). Las proyecciones de la IEA también dan al gas en crecimiento sostenido, avanzando sobre el carbón y desplazando incluso al petróleo al promediar el siglo. La otra transformación en curso está dada por la irrupción de las energías renovables con la eólica y solar a la cabeza, que enancadas en las economías de escala ya alcanzadas y los avances tecnológicos, hoy compiten por costos en muchos mercados energéticos y ocupan un rol creciente en la incorporación del nuevo parque eléctrico. La tercera gran transformación del paradigma energético actual viene por el lado de la demanda de energía. Está relacionada a la reducción de la tasa de intensidad energética (unidad de energía por unidad de producto) a caballo de las políticas de eficiencia y uso racional, y de la interacción de demanda y oferta a través de redes inteligentes (gestión de demanda, big data, data analytics, algoritmos, internet de las cosas). Vamos a una transición gasífera hasta que, promediando el siglo, las fuentes renovables adquieran predominio en un paradigma energético menos contaminante y más eficiente por la interacción inteligente de oferta y demanda. De la obsesión por el agotamiento de los fósiles, hemos pasado al peligro de su contaminación localizada y global (cambio climático). 
La otra idea fuerza del libro es que la Argentina puede y debe acoplarse a estas tendencias mundiales. Ya es tiempo de dejar de cabalgar a contrapelo del mundo. La matriz primaria y secundaria argentina es muy gas dependiente. En años pasados de populismo energético la dependencia gasífera fue un problema porque depredamos las reservas probadas, pero hacia el futuro puede transformarse en una ventaja competitiva, si explotamos el potencial de recursos no convencionales. Empecemos por asumir la importancia relativa del potencial gasífero: de 170 mil millones de barriles equivalentes de petróleo de recursos no convencionales evaluados, 143 mil millones son recursos de gas. El 77% de los recursos de Vaca Muerta es shale gas. La revolución de los no convencionales empezó en Estados Unidos, como se destaca, con el shale gas. La tecnología de los no convencionales cuenta perforaciones de a miles en Estados Unidos, y de a cientos en la Argentina. Pero somos un país que estamos a la vanguardia de esta frontera tecnológica. Necesitamos las inversiones para transformar el potencial en recurso productivo.
Raúl Parisi destaca que el desafío energético argentino impone una nueva política sobre la que se extiende en distintos capítulos. Si uno tuviera que enmarcar los lineamientos de su propuesta, nada mejor que la frase de Konrad Adenauer, tantas veces repetida en el libro: “Hay que tener tanto mercado como sea posible, y tanto Estado como sea necesario”.
 

Daniel Montamat