Ezequiel Martínez Estrada fue un escritor “fuera de sistema” (outsider), que incomodó a muchos de sus colegas y a sectores políticos. ¿Cómo “encuadrar” a alguien haya sido a la vez empleado del correo en la ciudad Buenos Aires durante más de treinta años, profesor de literatura en La Plata por más de veintidós, poeta, ensayista, etnógrafo, granjero en Goyena, crítico a la vez del peronismo y de la llamada Revolución Libertadora, acusado de ser un espía inglés, jubilado, viajero, seriamente enfermo durante cinco años, adherente a la revolución cubana a quien terminó acusando de “Gestapo”? Aún sin pertenecer orgánicamente a ningún grupo ni a ninguna corriente literaria, Martínez Estrada fue elaborando una red de contactos con las figuras más destacadas de la literatura argentina y latinoamericana. Fueron relaciones cambiantes, a veces más que amistosas y a veces muy tormentosas. Tuvieron intercambios epistolares con él Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Victoria Ocampo; se conectaron en diferentes términos Witold Gombrowicz, Adolfo Bioy Casares, Abelardo Castillo, Julio Cortázar, José Ortega y Gasset, Carlos Alonso, Atahualpa Yupanqui. También tuvo amigos ajedrecistas. En esta obra se reseñan algunos de los avatares ocurridos en estas sociabilidades.