Cuando todos los apóstoles de Cristo han muerto crucificados, lapidados o al filo de la espada, Juan se pregunta por qué él no muere y ni siquiera es capaz de envejecer. El ángel del Señor se le aparece para resolver esa incógnita: deberá permanecer en la tierra, para que llegado el momento del tiempo final, pueda buscar por todo el mundo y reunir a los doce apóstoles, para juntos predicar la palabra de Dios en todos los confines de la tierra y lograr la salvación de la humanidad. Cuando los jinetes del apocalipsis hacen su entrada al mundo, Juan se pregunta si podrá llevar a cabo su objetivo o el mundo entero será consumido por el fuego del infierno.