Aprendió a escribir junto a su padre Enrique Molina y fue avanzando como maestra y madre, tratando de delinear cuentos, primero en los diarios que él fundó y se le permitió dar a conocer sus cuentos y ayudar en la redacción periodística en su ciudad natal, Río Cuarto.Él le dio las alas, y ella voló.En este vuelo, nacieron primero sus nueve hijos, testigos de sus cuentos infantiles. Posteriormente, sus cinco hijos de papel: Cuentos a des cuentos des cuentados”; “Entre líneas y colores”; “Casi Madrugada” (poemas); “Infinitas Transgresiones 1” y “Si no hubiera soledad” (Poesías surrealistas)