El título del libro, común denominador del de uno de los cuentos, no fue elegido al azar. Tiene que ver con el concepto de la verdad, no en su significado absoluto, sino con las pequeñas verdades, las verdades a medias, las verdades individuales, todas esas que nos hacen dudar de la legitimidad de una y otras. En la literatura, ese mundo de ambigüedad y falsas certezas, ellas juegan con la imprecisión. Se escabullen como sombras inasibles entre las palabras, nos convencen, nos engañan, juegan con nosotros, lectores y escritores.Así, un gato de pelo negro es simplemente un gato o la prolongación de algo o alguien, que inquieta desde esa ambigüedad constante (Gato de pelo negro). Un joven asegura desde niño que tiene tres vidas, como los juegos de video que lo fascinan (Fuera de juego). Una imperfección en una fotografía será el motivo que exaspera a una joven que sale del dolor de pérdidas importantes (La mancha blanca). El juego de las verdades más oscuras o más grises, continúa en la cotidianidad de un ama de casa que proyecta sus frustraciones en los aparentes fracasos de su marido (Zumba); o nos enfrenta al duro momento del adiós cuando se separa una pareja (La fidelidad), o el amor en la rutina diaria, tomado con una cierta dosis de humor (Valeria y el beduino).El amor, la traición, la muerte, y la suma de lo cotidiano pasean por los cuentos, presentando distintos matices, en temas de siempre.Graciela Iriarte.